miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cuento de esto y aquello

El comienzo de un silencio eterno que se ceñía por sus labios era terrible de imaginar pero fue más doloroso el verlo estando sentados en la pequeña mesa del café al cual siempre asistíamos cuando no había más planes por inventar. Eran las cuatro de la tarde de un día frio y lluvioso; si me hubiera dado cuenta era claro que auguraba ese triste adiós.

Ella me miraba tan fijamente como cuando un depredador está a punto de atacar su presa por lo cual se me hizo difícil reconocerla de esa manera. Sin embargo ignore esa actitud y precedí a platicarle de temas un tanto extraños como las dimensiones alternas en la ciencia ficción para tratar de que ella cambiara su semblante ya que yo sabía lo mucho que disfrutaba hablar de esos tópicos conmigo, sin embargo no funciono y con un gesto en la mano me pidió silencio.

Su voz era tan fría que parecía como si estuviera escuchando a la muerte misma clamando por mí vida, me decía que tenía que irse para nunca volver y ahora puedo decir que de alguna manera si perdí mi vida tal como la conocía ahora ya que la persona que estaba frente de mi era mi inspiración y esta tarde me decía adiós…

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