Un buen día, ya cansada de corazones destrozados y camas frías, la niña de los labios rojos y ojos verdes, se puso un abrigo de diamantes y salió en búsqueda de quien besar. Ahora a ella le tocaba romper corazones y ese día el mundo lloro una vez más
Tiempo después, ella era una chica con los tacones llenos de
pasos y el pelo desarreglado, con una copa en la mano y mil ideas tristes en
las que estaba pensando. Era una de esas princesas que ya no lloraban por miedo
a ahogarse, que dejaron de soñar porque saben que eso podría llevarlas al
fracaso. No tenía corona pero si muchas heridas escondidas, esparcidas por su
dulce piel, marcas que cuentan su historia. Solo era una chica con las manos
temblorosas y los ojos tristes pero con una sonrisa siempre en la boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario