Sus
piernas temblaban al compás de la canción que sonaba a la lejanía en aquel bar
de la zona roja de la ciudad, al mismo tiempo que sus manos se apretaban contra
su falda como si inútilmente tratará de estrangularla. Todo esto sucedía
mientras la mirada fija de su acompañante poco a poco la poseía. Aquella joven
mujer era sin duda de buen ver y poseía aquella característica muy atractiva
para personas de la clase de su acompañante, timidez. Mientras que su
acompañante de impecable imagen y de gran fluidez con el manejo de las palabras
desprendía aquella neblina de seguridad que puede envolverte y que solo en
cuestión de momentos puede dejarte sin respirar, sin duda era una escena típica
en lugares así. Podríamos imaginarnos en la nevada tundra mirando al lobo
dispuesto a cazar a su presa sin importar el costo que sus acciones podrían
traerle y es que puede decirse que la ambición de la cacería era un impulso difícil
de controlar para cualquier hombre como él.
Pero
toda esta escena no era más que una simple apariencia en un mundo lleno hasta
la saciedad de mentiras y engaños. Y es que aquella máscara de afamado cazador
no era más que una sublime actuación, una de tantas máscaras de un personaje
que detrás de ellas oculta una figura cobarde que constantemente busca la
atención de las mujeres para sentirse “hombre”. Mientras que aquella mujer de
apariencia frágil ocultaba una fuerza y seguridad que sin duda su contraparte
envidiaría y pronto lo haría arrepentirse de haber creído que podría jugar con
ella. Y todo esto ocurría en un bar de la zona roja de esta ciudad…
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